Historia
En el curso de la revolución técnica e industrial que se registró en numerosas naciones durante la terminación del siglo XVIII y el primer cuarto del siglo XIX, hubo una gran aplicación a la industria de nuevas máquinas y del vapor como elemento motor y se emplearon nuevas técnicas en todas las esferas de la actividad humana.
HILADO
En épocas prehistóricas se utilizaban pelo de animales, plantas y
semillas para obtener fibras. La seda empezó a utilizarse en
China alrededor del año 2600 a.C., y a mediados del siglo XVIII.
La seda es la única fibra natural formada por filamentos que
se retuercen para obtener un hilo. Las demás fibras naturales
hay que estirarlas, disponerlas en paralelo peinándolas y torsionándolas
en una máquina continua de hilar que hace el hilo.
El huso fue la primera herramienta para hilar. Más adelante se introdujo la selfactina, que permitía a un solo operario manejar un millar
de husos a la vez, la hilatura salió de los talleres artesanos rurales
y se transformó en producción industrial.
FABRICACIÓN DE TEJIDOS
La fabricación de tejidos tiene una historia similar. Ya desde sus
orígenes en la antigüedad, el telar manual ha sido la máquina
básica para tejer. Las mejoras mecánicas empezaron en tiempos
muy antiguos con el desarrollo del lizo, al que se van uniendo
hilos de urdimbre alternos; se introdujo la
cárcola o pedal, que permite manipular varios grupos de lizos.
Edmund Cartwright desarrolló el telar accionado a vapor
y en 1788, junto con James Watt, fundó en Inglaterra la primera
fábrica textil accionada por vapor. Esto acabó con la dependencia
que los talleres textiles tenían del agua, necesaria para
accionar las máquinas; ahora podían instalarse en cualquier
lugar. Desde
entonces, el cambio tecnológico los ha ido sustituyendo por
aparatos más grandes, más rápidos y mucho más automatizados.
DE ARTESANÍA A INDUSTRIA
El invento de la
máquina de coser moderna se atribuye a Isaac Merritt Singer, que diseñó el brazo voladizo, el prensatelas, una rueda que
conduce el tejido hacia la aguja y un pedal en vez de una manivela,
dejando así las dos manos libres para guiar el tejido.
Además de diseñar y fabricar la máquina, fundó la primera
empresa de producción a gran escala de máquinas de uso
doméstico, con novedades como la publicidad, la venta a plazos
y los contratos de mantenimiento.
De este modo, los avances tecnológicos que tuvieron lugar en
el siglo XVIII no sólo impulsaron la industria textil moderna,
sino que inauguraron el sistema fabril y los profundos cambios
de la vida familiar y social que terminarían englobándose bajo la
denominación de Revolución Industrial.
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